Reconozcámoslo, para el ébola no estábamos preparados, ¡es así!
Damos gracias que Teresa Romero esté ya sin carga vírica y que haya pasado de estar infectada a querer ser donante voluntaria como la Hermana Paciencia de sus anticuerpos, pero ineludiblemente ante la cadena de improvisaciones y errores ahora toca entonar el mea culpa.